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Vamos a exponer un ejemplo relacionado
con la encuesta sobre la valoración de líderes políticos, que suele publicar
cada cierto tiempo el Centro de Investigaciones Sociológicas. Por razones de
espacio supongamos aquí una pequeña muestra de diez personas consultadas sobre
cómo valoran a tres líderes A, B y C.
Personas consultadas
Líderes 1ª 2ª 3ª 4ª 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª
A 9 7 1 1 2 8 10 3 1 9
B 5 3 6 5 9 4 6 5 6 5
C 2 1 8 10 6 3 2 9 8 3
Haciendo los cálculos
correspondientes, las medias aritméticas
de las valoraciones de cada líder político serían:
Media de A = 5,1 Media de B = 5,4 Media de C = 5,2
Sin embargo, según las preferencias
observadas, si tuviesen que votar esas personas consultadas habría:
Cinco que votarían a A: 1º, 2ª, 6ª, 7ª y 10ª.
Cuatro que
votarían a C: 3ª, 4ª, 8ª y 9ª.
Solo una
votaría a B: 5ª.
Haciendo una proyección de estos
resultados, dando por hecho la representatividad de la muestra, tendríamos que
si hubiese elecciones en ese momento se podría suponer que A obtendría
alrededor del 50% de los votos, C aproximadamente el 40% y B sobre el 10%, lo
que supone una clara y evidente contradicción con las valoraciones medias.
Esto nos lleva a la conclusión de que la
media aritmética proporciona con frecuencia una descripción insuficiente e irreal
de la distribución, por lo que son necesarias otras medidas que nos informen
del grado de separación o dispersión de los valores. En el ejemplo expuesto se
observa que los líderes Ay C tienen unas valoraciones bastante extremas, quizás
por ser personas muy controvertidas, lo que no ocurre con las valoraciones de
B, lo que ha de llevarnos a recurrir a las medidas de dispersión con objeto de
no extraer conclusiones erróneas de esos datos.
Esto pasaba en los tiempos de Anguita, que siempre era el más valorado y su partido no pasaba del 10%.
ResponderEliminaresxelentes propuestas no sabia de esta plataforma maravillosa
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